El Ignorado

Era costumbre en las monarquías europeas apodar a los miembros de la realeza según su personalidad o características físicas. Así, todos conocemos a La loca, El hermoso, El hechizado... Mucho me temo que tras la cumbre de la OTAN en Bucarest, el personaje que nos gobernará durante los próximos cuatro años pasará a la historia como El ignorado. Durante la pasada legislatura, los países que manejan el cotarro nos han dado la espalda en lo que a política internacional se refiere: Estados Unidos, Alemania, Francia, Inglaterra... Nos hemos dedicado a fortalecer lazos con países africanos o gobernantes como el ínclito Evo Morales, amén de aquellos sometidos a dictaduras más o menos encubiertas, como Cuba o Venezuela, por no mencionar al marroquí Mohamed VI. Como ven, todos inmejorables ejemplos de democracia, libertad y defensa de los derechos civiles más fundamentales. Es obvio que todas las naciones y ciudadanos son igualmente respetables (permítanme discrepar sobre la respetabilidad que merecen algunos de sus dirigentes), pero no podemos dejar de admitir que sólo unos pocos son los que toman las decisiones. No digo que eso esté bien o mal, ése sería otro debate. Digo que es lo que ocurre. Pues bien, en la cumbre de la OTAN hemos tenido que conformarnos con un "¡Hola, felicidades!" como único piscolabis del tan cacareado menú que Moratinos anunció una y otra vez. El plato principal se quedó en aceituna sin hueso. Un Zapatero inerte, apático, manosea medio adormecido unos folios mientras sus colegas de medio mundo conversan de manera informal. Primero fue el "every day, all day bonsái", después el "hola, ¿qué tal?". Con el "Hola, ¡felicidades!" se completa el círculo. La diplomacia internacional tiene un nuevo referente.

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